La imprenta, una de las invenciones más importantes de la historia, empezó con los romanos quienes ya tenían sellos que imprimían textos o imágenes sobre objetos de arcilla, sobre el año 440 a.C.
Entre 1041 y 1048 se inventó en China—donde ya existía un tipo de papel de arroz— el primer sistema de imprenta de tipos móviles, que usaba complejas piezas de porcelana en las que se tallaban los caracteres chinos. Esto constituía un procedimiento muy trabajoso por la inmensa cantidad de caracteres de la escritura china. Posteriormente, en 1234, en la actual Corea, artesanos conocedores de los avances chinos con los tipos móviles, crearon un juego de tipos móviles de metal, que se anticipó a la imprenta moderna, pero lo usaron raramente.
Antes de la aparición de la imprenta los libros se difundían exclusivamente a través de copias manuscritas, hechas por copistas, muchos de los cuales eran monjes o frailes dedicados por entero al rezo y a la copia manual de libros, por encargo del clero o de reyes y nobles. Las ilustraciones y las letras mayúsculas eran productos decorativos y artísticos que generalmente realizaban artesanos diferentes del copista. Por ello la producción de un libro manuscrito era un proceso que podía durar años, ya que cada uno debía pasar por las manos de copistas, ilustradores y encuadernadores. Y todo ello, para producir un único ejemplar.
El antecedente más directo de la imprenta moderna europea es la xilografía, que durante la Edad Media se utilizaba en Europa para publicar panfletos, etiquetas y trabajos de pocas hojas. La xilografía requiere tallar manualmente el texto o imagen en hueco sobre una tablilla de madera, lo cual es una compleja tarea artesanal. Luego se impregnaba la tablilla en tinta negra, azul o roja (solo existían esos colores), se aplicaba sobre el papel y con un rodillo se fijaba la tinta. El desgaste de la madera era considerable, por lo que no se podían hacer muchas copias con el mismo molde.
Sin embargo, fue Johannes Gutenberg quien revolucionó la imprenta en el siglo XV con la invención de la imprenta de tipos móviles, que permitió imprimir rápidamente grandes cantidades de texto y hacer que los libros fueran más accesibles y asequibles para la población. Creó un sistema en el que los caracteres individuales eran tallados en bloques de metal y luego organizados en líneas y páginas. Este método permitió la rápida impresión de textos completos, lo que revolucionó la forma en que la información se transmitía y almacenaba.
Gutenberg trabajó muchos años perfeccionando las distintas partes de su invención. No se sabe exactamente cuánto tiempo, pero hacia 1451-52 ya tenía todo listo para comenzar a imprimir.
Distintas fuentes documentan nuevamente su estancia en Maguncia a partir de octubre de 1448. Firmó un contrato de préstamo por 150 florines con su primo Arnold Gelthus. Se cree que Gutenberg invirtió el préstamo en la construcción de un taller de impresión, buscó contacto con otros financistas, como el empresario Johannes Fust, que alrededor de 1449 este le dio un préstamo sin intereses de 800 florines y recibió el equipo que había comprado con el dinero, como prenda.
En 1450, los experimentos de Gutenberg estaban tan avanzados que comenzó a montar e imprimir pequeños libros y volantes de una sola hoja. Las primeras impresiones atribuidas a Gutenberg se pueden dividir en dos grupos. Por un lado, las pequeñas impresiones como diccionarios, gramáticas cortas, indulgencias y calendarios; y por otro lado la llamada Biblia de Gutenberg, también conocida como Biblia de 42 líneas. La rapidez de la ejecución/impresión fue el detonante de la expansión de este nuevo método, puesto que antes la entrega de un libro manuscrito podía tardar años.
La biblia tardó unos 2 años en ser impresa. Los primeros ejemplares se exhibieron en la feria comercial de Frankfurt de 1454. Se hicieron 180 copias, cada una de 1200 páginas. Actualmente quedan unas 48 biblias; unas 12 en vitela y el resto de papel. En España se conservan dos, una completa en Burgos y otra parcial, en Sevilla.
Se sabe que sobreviven 48 copias sustancialmente completas, incluidas dos en la Biblioteca Británica que se pueden ver y comparar en línea. El texto carece de algunos caracteres de los libros modernos, como números de página, sangrías o saltos de párrafo.
En España la imprenta tardó aproximadamente 17 años en aparecer, debido en parte a la escasez de universidades en la península ibérica.
La primera imprenta en España se instauró en Segovia en 1472. Su obispo, deseaba proveer obras impresas a los alumnos del Estudio General de Segovia. Para ello trajo al impresor Juan Párix, procedente de Alemania. El primer incunable en castellano fue la obra Sinodal de Aguilafuente, realizado por Párix. El Sinodal presenta algunas características que apuntalan su condición de ser el primero que se imprimió en España; sigue el modelo de escritura cortesana de algunas letras como la E mayúscula en forma de semicírculo. También se ve la irregular colocación de las letras
Siguiendo la imprenta de Segovia, se fueron instalando otras en diferentes ciudades como Barcelona, Burgos, Salamanca, Sevilla, Zamora, Zaragoza o imprenta Valencia, de la que vamos a hablar ahora.
Una de las imprentas más importantes en España fue la de Valencia, instalada por el comerciante Jacobo Vitzlán, de la que se hizo cargo Lambert Palmart, quien sacó de la prensa en 1474 la obra Les Obres e Trobes en lahors de la Verge Maria considerado el primer libro impreso en España de carácter literario, y el primero en valenciano. La edición de Les trobes…, cabe considerarla importante ya que por primera vez la imprenta abandona la tipografía gótica, empezando a introducir caracteres románicos. Pero también cambió el formato; mientras la letra gótica y los grandes formatos nos remiten a un producto para uso más cortés, la románica y las dimensiones reducidas permiten un uso más extenso y una mayor accesibilidad del posible lector.
En contraste con la recesión económica general del occidente de Europa, Valencia vive en la segunda mitad del XV uno de los períodos más brillantes de su historia. Convertida en capital cultural, social y mercantil de la Corona de Aragón, se convierte en la ciudad más poblada de la Corona y de toda la Península Ibérica cristiana. Mientras Barcelona rondaba los 30.000 habitantes, Valencia presentaba un censo de 75.000. El siglo XV es el siglo de las grandes construcciones civiles y eclesiásticas, el de los nombres históricos más destacados con escritores como el autor de Tirant lo Blanch, Joanot Martorell (1490, obra cumbre de la literatura valenciana, hecha en los talleres de Nicolau Spindeler), o a la insigne Sor Isabel de Villena.
Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información
Los ajustes de cookies de esta web están configurados para «permitir cookies» y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar» estarás dando tu consentimiento a esto.